A peticiĂłn de mis alumn@s les copio el artĂculo que leĂ en clase hace un par de semanas al final de clase acerca de la PAZ INTERIOR:
Con frecuencia las experiencias de sufrimiento estĂĄn relacionadas con el modo en que valoramos la realidad. A veces, incluso, nuestra manera de solucionar las situaciones difĂciles de la vida se convierte en el verdadero problema. Sabiendo esto, a la hora de enfrentarnos a las cosas es preciso que demos dar prioridad a nuestro equilibrio interior, es importante que eso sea nuestra meta principal. Si conseguimos dar importancia a permanecer serenos, equilibrados y en paz veremos que atraemos menos situaciones difĂciles a nuestra vida, y todo es menos costoso.
Si tuviĂ©ramos la fortuna de convivir con un sabio o un maestro entenderĂamos lo que esto significa y el valor que tiene. Nadie estĂĄ privado de contrariedades. Las personas inteligentes simplemente las asumen, conviven con ellas sin rechazarlas, se adaptan y se vuelven mĂĄs flexibles. Los sabios se hacen blandos para evitar quebrarse y nunca se resisten a lo que sobreviene. Este es el modo en que mantienen su paz interior. Dar prioridad a su estado mental les hace percibir las dificultades y problemas de otro modo, y conseguir proteger su espacio mental.
La determinaciĂłn de vivir en paz
Necesitamos adoptar la determinaciĂłn interna de mantenernos en paz, pensando: «No voy a permitir que nada me trastorne, no vale la penaâ. Es preciso que descubramos una forma de pensar que nos haga ver que nada es motivo suficiente para preocuparnos. Tal vez para ello nos ayude recordar nuestra propia experiencia. En el pasado nos hemos preocupado de muchas cosas que hoy en dĂa vemos absurdas e incluso ridĂculas; no podemos permitir que esto siga ocurriendo.
Si nos resulta difĂcil hacer esto, hay algunas ideas pueden servirnos para apoyar esta decisiĂłn. Por ejemplo, ante las experiencias complicadas podemos pensar que lo normal de la vida es que haya dificultades y que siempre hay que contar con etapas mĂĄs difĂciles que otras, de modo que lo que estĂĄ sucediendo antes o despuĂ©s iba a suceder despuĂ©s de todo. Podemos aplicar una actitud optimista pensando que mientras antes lo pasemos, mejor serĂĄ el futuro. Si nos hacen daño, podemos pensar que es una oportunidad para conocer nuestra mente y aprender a dominarla en nuestro beneficio. Cuando nos relacionamos con alguien que nos irrita, pensamos que esa persona estĂĄ dominada por sus condicionamientos y que estĂĄ sufriendo mĂĄs que nosotros. Cuando sentimos una atracciĂłn y apego desproporcionados recordamos que todo es efĂmero, pasajero y fugaz.
Contento interior
Es bĂĄsico estar resuelto a no permitir que nada nos perturbe. Necesitamos llegar a la convicciĂłn de que no hay nada mĂĄs valioso que nuestra felicidad interna. Cuando estamos en contacto con nuestro ser no necesitamos tantas cosas externas, y como dicen los sabios, vivir sin deseos es la mayor plenitud. Una conocida historia cuenta que un gran sabio vivĂa retirado de la vida pĂșblica en el bosque. Era tan venerado por sus conocimientos y virtudes que un dĂa el emperador le quiso a su lado como consejero. AsĂ pues, enviĂł una comitiva a buscarle. Cuando llegaron, encontraron al sabio apaciblemente sentado junto a un rĂo de aguas cristalinas. El jefe de la misiĂłn le saludĂł respetuosamente y le comunicĂł el nombramiento.
-Has sido nombrado consejero del emperador. Debes venir con nosotros al palacio -anunciĂł el emisario.
-No me interesan los tĂtulos ni la posiciĂłn social -respondiĂł el anciano.
-VivirĂĄs en un ala del palacio, con tus propios jardines. TendrĂĄs criados y jĂłvenes doncellas a tu servicio.
-¿Para qué quiero todo eso? -volvió a decir el sabio.
-ÂĄSerĂĄs feliz! Todo el mundo desea ser feliz -dijo el emisario sorprendido.
-Bueno, ya soy plenamente dichoso -concluyĂł el sabio.
El sabio rechazĂł la oferta y la comitiva imperial tuvo que regresar con las manos vacĂas.
Esta historia nos muestra el valor del contentamiento. El emperador buscaba un consejero y el sabio le dio el consejo que mĂĄs necesitaba, dar importancia a la paz interior, la suya y la de sus sĂșbditos. El poder de su consejo reside en Ă©l mismo comportarse de esa manera, Ă©l es un modelo para los demĂĄs.
Prioridades
Sin claridad interna es fĂĄcil que los acontecimientos nos arrastren. Hay muchas ocasiones en que nuestra torpeza puede confundir las prioridades y caer en el espejismo habitual. Tendencias como el afĂĄn de demostrar, el apego a tener razĂłn, la necesidad de hacernos notar, desear ser reconocidos, no querer ceder, esperar ser correspondidos, sentirnos apoyados, mantener un nivel de intensidad y excitaciĂłn, pensar demasiado, desconfiar por sistema de todo, etc... desencadenan los acontecimientos que nos alejan de la serenidad. Todas estas actitudes implican una elecciĂłn y un desconocimiento de nuestro interior. Por ello es tan importante decidir lo que queremos de verdad y adoptar firmemente la postura del sabio. Es preciso llegar al convencimiento de que en realidad necesitamos mucho menos de lo que creemos.
En el fondo se trata de decidir entre el valor que le damos a nuestra personalidad, posiciĂłn social, ambiciones, creencias y dogmas privados, frente al valor que tiene para nosotros vivir en paz. En nuestro mundo, nuestra cultura, la educaciĂłn que recibimos, todo parece encaminarnos a dar valor a lo externo, lo aparente, lo que se percibe y se advierte; al mismo que se desestima lo interno. Es curioso cĂłmo los jĂłvenes que se rebelan contra el orden establecido sĂłlo lo hacen contra las formas externas, nunca con los verdaderos valores. Les vemos cambiar de ropa, de peinado, de aspecto, de modas, de aficiones. Es difĂcil que alguien se plantee: «¿QuĂ© me va a hacer feliz en la vida?».
Muchas veces vivimos sometidos a numerosas ideas, obligaciones y deseos, a los que damos prioridad frente a la felicidad interna. Esto incluye ciertas creencias que nos dan seguridad y preferimos mantener, antes que ser felices. PodrĂa hacerse una inmensa lista de prioridades. Por ejemplo: ser eficaz, hacerse notar, lograr una posiciĂłn econĂłmica y social, protegerse, controlarse uno mismo, vivir rodeado de personas, querer ser como los demĂĄs, dejarse llevar, vivir por costumbres, buscar la perfecciĂłn, conseguir aprobaciĂłn, eludir el rechazo, querer ser imprescindible, etc.
Con frecuencia creemos firmemente que estas cosas son la vĂa de la felicidad cuando, justamente, no ir tras ellas es lo que nos harĂĄ feliz. Estamos constantemente esforzĂĄndonos para conseguir algunas de estas cosas, y esa lucha implica intranquilidad, incertidumbre y el permanente desasosiego de perderlas. AsĂ nos alejamos de la paz interior.
Es cierto que no todas estas cosas son negativas, algunas son incluso favorables y Ăștiles; el peligro surge cuando nos perdemos a nosotros mismos por efectuar cualquiera de ellas. Por ejemplo, ser eficaz es valioso e importante pero cuando por ser eficaz, olvidamos quiĂ©nes somos o quĂ© necesitamos nosotros y los demĂĄs, y nos obsesionamos con ello hasta convertirlo en una forma de negar la vida, entonces estamos dando mĂĄs prioridad a una actitud que a nuestra satisfacciĂłn interna.
La serenidad estĂĄ aquĂ en el momento, sin hacer nada, en vivir con plena consciencia lo que nos suceda y en descubrir la inmensa fuente de contento que hay por descubrir en nuestro ser interior. En nuestra naturaleza estĂĄ el gozo y el placer. SĂłlo cuando llegue el dĂa en que nos demos cuenta, podremos respirar. Mientras antes lo aprendamos antes podremos disfrutar y aprovechar plenamente la vida.